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Y yo no escribo de nada, porque todo está escrito, no queda de que escribir, no hay nada qué decir, el amor es una necedad, se mueve entre tumbas gélidas de las que no aflora nada, lágrimas y fuego, rosas negras y siniestras ninfas y no sirven de nada.
La muerte es cosa segura para todos, y debe de haber una suerte de encontrarla hermosa cuando es necesaria, es una beldad el fenecer entre amorosos brazos cuando es en buen tiempo y la oscuridad besa nuestros parpados, o al menos eso se espera.
Y no hablo de nada, no hay de que escribir, ni expresiones que valgan la pena.
¿De qué habló de qué va esto? ¿De los cuerpos y los besos? ¿De qué hablamos corazón? ¿De todo lo que ya se habló, de lo que se habla a diario?
Los cuerpos colisionan en los lechos, bajo sábanas, se enredan, se penetran unos a otros, se gozan, eso es la misma eternidad, es celestial, cambian los protagonistas de este fin, pero el fin es siempre el placer,
Pero de todo esto ya se habló, ya se escribió, es la misma melodía de siempre, viejos amores, odios, temores, la vida es solo un punto de conciencia en un mar inmenso, somos peces de ese mar, estamos a la deriva creyéndonos dueños, no hay nada que decir.
Siempre lo mismo, siempre será igual, aunque se disfrace con varios matices de realidad, son ilusiones de avance, de “evolución” de una especie que siempre será gobernada por sus propios demonios, niños que juegan en la eternidad, pequeñas llamaradas en medio de un gran y horrible vacío y no hay de qué hablar más.
Salvador Méndez Z El Bohemio
México 10/07/15 ®
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