domingo, 29 de marzo de 2015

Ojos negros de misterio y pasión, llenos de amor, llenos de ausencia, ojos negros profundos infinitos, tiernos, bellos, ojos de noche eterna...





Los funestos presagios que a mí alma atemorizan, que me destrozan la existencia, que me doblegan y acaban, que no tienen piedad.
En los días el vino agrio, en las noches el terror puro, innegable e imbatible, seco como los abismos del mismo erebo ¿Qué maldición terrible ostenta este ser que aprisiona mi esperanza?
¿Qué desgracia me espera más allá de esa necrótica inmensidad intoxicante?
Todas las estrellas son para velar mi muerte, no brindan paz ni consuelo, son parte más bien de esta tortura, quemante.
Este fin anuncia sangre, mi sangre, rubis preciados que me roba el tiempo, no hay calma ni lucero que valga, aquello está cerca, rodeando mi suerte, respirando en mi nuca ¿Qué puerta maldita abrí para padecer este infierno? ¿Adónde me conducen sus susurros y manos frías?
Sé que estoy condenado, sé que estoy acabado, pero desearía un término de vida más tranquilo, un puerto más seguro al cual llegar.
¡Reniego de este fin, no deseo tus brazos, ni tu presencia, no quiero experimentar con tu esencia tan seca y opaca! ¡No deseo este acabar entre los brazos de algo tan demoníaco y putrido! ¡Ésto no es amor, no es nada, sólo muerte!
Y en ese instante sentí tu mano en mi hombro y tu susurro como un beso diciendo ¡Sí!


Salvador Méndez Z
26/03/15 (R)



Mi historia de terror:

Fue cuando era niño, por alguna razón yo dormía en una cama matrimonial, así que podía extenderme a mis "anchas", siendo de esta forma, serían las dos y media o tres de la madrugada cuando pasó por primera vez. Estaba yo plácidamente dormido boca abajo con los brazos extendidos, recuerdo que desperté y miré hacía la izquierda, observé el ropero, todo estaba tranquilo y me dispuse a seguir con mi sueño. Fue en ese instante cuando sentí y escuche que algo abría la puerta que daba del patio a las habitaciones, y ese algo llegaba al umbral de mi cuarto y me observaba. No tuve tiempo de más, esa cosa saltó y me sujetó con fuerza los antebrazos, no pude mover ni un dedo, mucho menos gritar. Tuve que esperar a que se diluyera la sensación por sí sola, no fue nada agradable. Cuando por fin recuperé el movimiento, fui al cuarto de mis padres pero sólo me quedé en la puerta me daba pena despertarlos, pasó media hora o más y reuní valor para regresar a mi cuarto, pero ya fue imposible dormir. Ésa fue la primera vez, le siguieron otras a través de los años y aprendí a hacer algo con el tiempo: "luché" por así decirlo contra esa cosa, me costaba mucho trabajo pero al final lograba moverme. Tenía auténticas batallas y siempre sentía cuando iba a llegar, lo sentía en el ambiente, algo oscuro, profundo y negro. Alguna vez, incluso rodamos al piso por el esfuerzo, y ésa cosa negra se retiró, pero cada vez costaba más trabajo quitarse esa pesadez. La última vez la vi venir de forma diferente, estaba yo en mi trabajo, y ésa cosa bajo por los ductos del aire, serpenteando entre los tubos se colocó encima de mí, de cabeza, flotando, yo ya no podía moverme, y ella abrió su seca y muerta boca y aspiró a través de mi boca, marchitandome, secandome a mí cómo a una pasa, mi piel se pegaba al hueso. Volví a luchar y sólo hasta que esa cosa se satisfizo o yo logre moverme se alejó. Ésa fue la última vez pero sé que regresará, ésto no se acaba todavía y quizás en alguna de esas madrugadas ya no pueda luchar más....
Mi historia verídica de terror


Salvador Méndez Z ElBohemio


Despedida (Extraño)



Despedida
(Extraño)


He pensado en ti y me ha calado la memoria el recuerdo de tu esencia, tus formas y tu sexo.
Extraño tu mirada tan insinuante, provocadora, llena de misterio que excita y mata de más.
Y ahora tanta lejanía entre tu boca y la mía me provoca fiebre y una ansiedad por tus caricias, que me devora la razón, pretendo sumergirme entre tus piernas deliciosas, preciadas cómo lo que guardas entre ellas.
Tomo un baño y recorro mi cuerpo imaginando que son tus manos las que lo hacen, me detengo sintiendo la calidez del agua en las zonas en dónde tus boca harían mella en mi piel.
Un calor intenso me transfigura, es inmensa esta necesidad de atacarte con mi boca, mis manos, mis dedos y mi pasión saqueadora y desbordante.
No sé si es una tiranía de la vida este acariciar cuerpos abstractos, volátiles y etéreos a medianoche y madrugadas con la memoria colmada de deseo.
Procuró enredarme entre tus piernas y forjar estrellas en tu mirada, mientras los cuerpos trasmiten lo que las letras ya no pueden.
Quiero penetrarte con ímpetu, medrar en tu corazón, fundirme en tu conciencia, hay que devolver la afrenta de tu ausencia dibujando mi huellas en tu alma.
Ser el que inspire a tus dedos hundirse en la gloria, un clavado de pasión.
Te debo éso y tú me debes una eternidad de insomnio, de placer bajo mis sábanas.
Te extraño y es más extraño que nunca has estado conmigo 

Salvador Méndez Z
27/03/15 (R)




La muerte es una gran juerguista o al menos asì lo aparenta. A mí me encanta cuando se viste de colores pasteles, allá en noviembre, cuando las calaveras guiñen el ojo y se lucen hermosas, cuando la vida y la muerte se dan de besos y pasean entre flores e incienso. Cuando los idos regresan un poco buscando a tientas, vienen del mar del ayer en barcas de recuerdos con ansías de amor tieso, me agrada y festejo esta fiesta de vida, este goce de muerte.
Pero luego hace arribo lo opaco, la muerte la mayor parte del tiempo se engalana con seriedad, es fría y respira soledad.
Es ahí cuando dejo el deleite, se vuelven grises los ciclos, se enmudece el tiempo y me descubro tonto e inútil, un desperdicio, no ayudo en nada soy de piedra, seco, ajeno, despojo de miseria.
La lengua se enrolla en el misterio, las palabras se tornan en un anochecer que no acaba, no clarea. No existe un acuerdo, una tregua, la muerte arrasa con todo, se llena los bolsillos, la casa siempre gana cuando la de la guadaña reparte la baraja. Somos cuerpos de intercambio, moneda de pago para la tierra, despojos de tristezas que se pierden en las oquedades.
No soy bueno para esto de apreciar estos términos del ocaso en la existencia, debería estar más acostumbrado a todo esto de las despedidas, pero no encuentro mejoras en este fin. Un vació queda, una espera que nunca finiquita factura, que siempre queda debiendo.
Le ofrezco una copa a la parca misma, pero me la rechaza, ya ostenta su copa llena de tiempo y cuerpos muertos. Me descubro inútil y no me queda màs que esperar a que se engalane de fiesta de nuevo, allá en noviembre y me coquetee con sonrisa tierna, me susurre que somos amigos y que hay felicidad detrás de las puertas grises de su fría morada en un futuro seguro, eso que ni qué, a su lado, en algún lugar en algún momento.


Salvador Méndez Z®
04/03/15


Claridad



Claridad

Un nuevo amanecer espera a los que salen del ostracismo, viejos clamores se dejan atrás en el olvido, hay deseo de apreciar este sino, derruir estos sinsabores, hay nuevos rayos dorados de fe.
Empiezo con un sol que reclama vida y empavesa a las flores, las risas y los juegos, la nueva vida se extiende cada día, se levanta con autoridad del sepulcro del olvido en que la hundimos cada noche, y nos argumenta y reclama, la noche también es gloria.
Observo el horizonte amplio, la verdad incuestionable, sigo aquí como siempre, y en todos lados y fronteras de este sentir, todo cambia tarde o temprano, todo muere pero se trasforma y sigue, nunca para este cuento.
No hay problema, ni vicisitud que apremie y que muerda por siempre, no hay una total perdición, siempre hay una senda adelante, a los lados, todo sigue, circula y forja, fluye de nuevo al río de la eternidad, siempre hay vida incluso en la muerte.
Hay una bendecida claridad, una luz armoniosa, una presencia hermosa en la sonrisa de la vida, hay algo que ilumina desde lo inimaginable, más allá del tiempo, de las estrellas, todos somos partes de este andar, de este infinito.
Hay que valorar esto y amar cuanto se pueda, la vida tiene sus matices, miles de ellos, le gusta maquillarse y adornarse a diario con esplendor, finura y gracia.
Sólo nosotros que nos acicalamos con sombras vemos grises y tinieblas en donde siempre reina una vida plena.
Hoy hay claridad, un nuevo inicio, a pesar de los clavos fúnebres y el frío que hiere, hay una esperanza a lo lejos, una brecha, un túnel más allá y en el futuro una preciada luminosidad, una claridad que promete.
Encuentro el rumbo


Salvador Méndez Z
16/03/15 ®


Sin destino



Sin destino

No hay lugar a donde lleven estos pasos, no hay ni idea a que seguir y el por qué de este camino. No estoy seguro de nada y reniego de todo, no le encuentro la forma y he perdido el fondo, todo está rendido e inmerso en una cuestión que exaspera.
Los caminos son inciertos, las noches más pesadas, el vino se amarga. ¿Qué hacer? No busco ya nada, ni caso, ni vida, ni amo, ni siento.
Hay una diferencia inmensa e innegable entre tu andar rosa y mis negros pasos, y no busco ni deseo equilibrio, porque en esta vida no hay nada de éso, sólo una desilusión acechante, feroz y despiadada.
Y sin embargo espero continuar con este andar, no por gusto, más bien es la necedad quien comanda este sino.
No necesito más, no hay necesidad, ni placer preciado que ansié mi alma, más parece que un descanso es necesario, justo, aunque sea triste y negativo.
Pero las remembranzas de esta mal hallada ilusión me recuerdan que no hay lugar ni destino, ni victoria que reclamar, es un círculo, una cinta de moebius infinita, una regreso a lo mismo, una cabriola macabra.
He tirado la brújula y he negado mi estrella, no hay firmamento que me guíe en esta excursión de muerte, no hay trazo que guié, ni mapa que valga, en la simpleza de observar los amaneceres tibios, las tardes cobardes y las noches ajenas, sólo queda admitir que no hay lugar al cual arribar, es éso, no hay destino.


Salvador Méndez Z ElBohemio
14/03/15 (R)


Sin importancia



Sin importancia

No hay importancia real en todo esto, ni hay diferencia que valga,
No es para preocuparse, ni es costal de dudas y cuestiones, nada empieza aquí, ni acaba en ningún maldito lado.
Nos engañamos de forma total, nos mentimos por costumbre, oxidamos la vida, la belleza y la flor, tenemos un gusto suicida por la estupidez, quizás por inocencia o por necedad plena.
Y no tiene sentido, ni valor alguno, toda esta ficción, es un sinrazón, un fallo, una sensación clandestina de vivir en la opacidad, ser un eclipse fundiendo la soledad con la desesperanza.
No es broma de arlequines o cómicos, es la vida y no hay más misterio que este andar en búsquedas torpes e inútiles.
No importa, no tiene caso, no hay un por qué, no hay final que sirva.
Un día, de las estrellas puede venir a darnos un ósculo la muerte, o se puede quebrar la corteza terrestre, movernos o vomitarnos su amor para destruir las "ganancias y las glorias", quizás los mares nos lo recuerden, e inclusive las mismas bacterias nos encuentren insignificantes para este mundo.
Nos creemos los dueños, la verdad es que somos inquilinos ingratos y asquerosos, autodestructivos, como una plaga salida del erebo, por esto y más, no tiene importancia...
Lo único que importa es vivir lo mejor que se atreva el corazón, todo es pasajero, hasta lo más terrible y triste, hay que vivir todo el tiempo sin importancia extrema, porque un día o una noche de tantas, nos uniremos en verídica existencia a los átomos y esencia de este fin, de esta vida, con un amor innegable e inmortal


Salvador Méndez Zarza (R)
15/03/15


No nos une nada


No nos une nada
Ya nada queda que sirva,
Somos tan extraños, tan ajenos,
Somos extranjeros en la expresión de los sentimientos mutuos,
Tan dispares, sin alivio, enfermos de tristeza,
Sólo cercanos y afines en la soledad, sólo nos une el vacío,
¿Qué nos queda?
¿El desamor, la desconfianza, la oquedad del corazón?
Estamos perdidos, irremediablemente acabados,
No hay besos que curen ésto, ni abrazos, menos sonrisas,
No nos queda esperanza, sólo opresión y fastidio,
Un incipiente abandono del vivir y una caída a la amargura,
¿Qué podemos hacer?
Somos niños tontos jugando con armas terribles, armas mortales, asesinas
Armas que empuña la inocencia y la torpeza, arremetemos sin cuidado, sin pensarlo,
Atizamos espadazos con miradas, sonrisas y amor de perro, tratando de asesinar al corazón,
Queremos derribarlo, rendirlo, destrozarlo de pasión, tenerlo a nuestros pies,
Somos tontos, necios, no pensamos en el resultado tan terrible de matar con promesas de eternidad,
No nos une nada real, no hay más, no hay atardeceres, ya no hay romanticismo,
No hay noches perfumadas, abrazos de gloria, llenos de caricias,
No nos une nada, ni el tiempo ni la costumbre, ni el miedo a la soledad,
Nadie pertenece a nadie,
Nada nos une, no nos une nada


Salvador Méndez Z
(R)
Viernes 13 de Marzo del 2015