viernes, 28 de agosto de 2009

El encarcelamiento de Maria Susana

María Susana fue aprendida una tarde de verano, en la que degustaba una congelada de rompope en el parquecito cercano a su casa, los encargados de apresar la atención de Susana, fueron los ojos color café claro de y sonrisa de diablillo de Tereso Fuentes, quién desde un columpio le mandaba órdenes de cateo para el corazón de Susana, todo ésto para buscar pruebas en lo profundo de los sentimientos de Susana, pruebas de que había secuestrado el corazón de Tereso.
Susana se resistió al arresto, trato de negar su participación en tal secuestro, trato de ampararse bajo la coartada de la indiferencia, pero sin querer o queriendo mucho, sus ojos y su ser acababan tarde o temprano por devolverle la mirada y la sonrisa a un emocionado Tereso, quien no espero más pruebas y arremetió con todos sus ímpetus en la morada del alma y sentimiento de Susana.
Tirando abajo la puerta de la prudencia para esposar por fin a una enamorada Susana, quién no tardo en los días siguientes en tratar de sobornar por medio de besos y abrazos a un fiscal al que nunca le saciaban tales sobornos, queriendo siempre más y más, por lo que la libertad de Susana no estaba ni medianamente cercana, cosa que a ella no le molestaba en lo más mínimo y más bien deseaba que se le dictara cadena perpetua de caricias, cosa que el joven Tereso Fuentes le apetecía sobremanera se llevara a cabo para castigar a la culpable de María Susana por tal afrenta de nublar su buen juicio y enviciar su mente con drogas alucinógenas que le hacían ver y desear a Susana por todos lados y a todas horas, el proceso de Susana fue un poco lento, a pesar de las presiones del fiscal llamado deseo que empujaba al denunciante y carcelero Tereso y a la confesa Susana a fundirse en uno solo dándose muerte mutuamente, aunque al fin se dieran vida, vida que en un principio Maria Sunana tuvo que cargar por ocho meses y medio, meses en los que cargo con su bolita de carne sin cadena y sin atarse al pie, solo estaba atada por medio de un cordoncito umbilical, pero cumplía con la misma función de la bola de hierro de alentar su paso y no permitirle el escape.
Tereso por su parte al principio trato de deslindarse de la responsabilidad pero el supremo juez de la vida de Susana llamado vulgarmente padre y nuevo suegro de Tereso, acabo por convencer al joven –no de muy buena manera- de aceptar el hecho que ya no podía ser deshecho.
Así fue como una tarde de un mes de Marzo, que ante un verdadero juez quedaron unidos ante la ley, María Susana quedo sentenciada a respetar y querer a un marido que con el tiempo dejo de respetarla y de quererla, aunque a pesar de esto ultimo parecía obsesionado con el hecho de llenarla de hijos para que ella tuviera cadena perpetua de lavar ropa, preparar comida, planchar y hacer aseo, que incluso en muchas ocasiones era de personas ajenas que le pagaban para que así María Susana completara su magro gasto, el cuál nunca le alcanzaba ya que Tereso prefería ocupar gran parte de su sueldo en gastarlo con sus amigos y nuevas conquistas de fin de semana, mientras una cansada Susana esperaba encerrada entre las paredes de una casa donde faltaba todo y sobraba el desamor, su carcelero llegaba en la madrugada pero ya no le repartía abrazos ni besos. Como dotación a Susana le tocaban ahora reclamos, groserías de todo tipo, desplantes y hasta golpes de un embrutecido que ya no deseaba vigilar y cuidar de su reclusa y más bien hubiera preferido enviarla a la silla eléctrica para no tener que verla ya.
María Susana pensó en varias ocasiones en amotinarse y escapar pero el pensar y recordar a sus hijos y presa de su educación retrograda religiosa que veía con malos ojos a una mujer que abandonaba a su marido, provocando que sus hijos estuvieran sin padre, más el hecho de que nunca había aprendido a ser del todo independiente y temía salir a buscar trabajo sin preparación, todo esto le cortaba las alas y la fuga se quedaba solo en sus sueños, por lo tanto los años pasaron para la pobre María Susana, educando a sus hijos lo mejor que podía, tratando de que sus hijas no acabaran repitiendo el circulo vicioso con la esperanza de si bien ella ya nunca sería libre, quizás podría serlo de alguna manera a través de la libertad que sus hijas se formaran al no aceptar cadenas de ningún hombre abusador, cadenas que al principio siempre estuvieran disfrazadas y forradas de terciopelo y rosas y acabaran siendo terribles cadenas aderezadas con sólo las espinas de las rosas, trató así mismo de formar a sus varones para qué imitarán a su padre, lo cuál logro de forma más o menos regular, a pesar de los regaños de su padre diciéndoles que se volverían maricas si seguían los consejos de la loca, como cariñosamente llamaba a Susana.
La libertad de aquel presidio le llego a Susana una tarde de invierno, después de toda una vida recluida en la cárcel del olvido y el maltrato, el único abogado que le consiguió su libertad fue la muerte, la muerte fue al final el único liberador de una condena y encarcelamiento que empezó con un simple secuestro del corazón.

5 comentarios:

  1. Waaaaaaaaoooooh!
    Me has dejado sin palabras...y precisamente porque en este relato abarcas un caso común-cotidiano de la vida de muchas pero con un juego de éstas que me ha impresionado. No cabe duda, el uso del lenguaje es importante para describi y/o narrar y aquí lo haces de una manera muy original.

    ¡Me encantó!...Deberías publicar todos estos con alguna editorial... digo, yo lo compraría.
    SALUDOS

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  2. Yo mejor, me comprarìa una michelada bien frìa con su limoncito, salecita y hasta sus dos bolas de nieve de limòn, ¡aquì mis necedades son gratis!, y escribir en estè blog, aunque al principio fuè para mi mismo, me produce la misma satisfacciòn que el haber concursado en lo de la radio.

    Se siente un alivio, como si me hubiera tomado un valium.

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  3. Ya se me antojo en serio la cervecita, ¿Hoy es viernes?, ¿Què demonios hago aquì?...............

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