lunes, 17 de agosto de 2009

Ansiedad 8tava-parte



(8)



He tenido que apresurar mis pasos al irremediable fin. La experiencia en los últimos días fue placentera, hermosa y gratificante en toda la extensión de la palabra.....y el desenlace fue por lo tanto inesperado y trágico.

Me creí vencedor ante la naturaleza oscura de mi destino y de forma estúpida acabé siendo derrotado, desterrado a las penumbras del alma de un demonio que vagaba por mis instintos y creaba desesperación en mi mente.

Anhelos falsos y dudas constantes, la pasión no era en sí pasión, la necesidad de comunicación, de acercamiento, solo era un disfraz para buscar la saciedad malsana de un espíritu arcano, todo sólo fue una trampa orquestada por mi propia naturaleza, por mi terrible forma de sobrevivir al olvido.



Ella era hermosa, juguetona, coqueta e irradiaba una vitalidad que me atraía con terrible necesidad de su ser, de tener toda su bella y mágica forma. Era joven, apenas si llegaba a los veintidós años y su cuerpo tallado en piel de diosa esbelto, balanceado, ágil y desafiante, era una bella pantera urbana evolucionada para sobrevivir en la ciudad. Sus ojos verdes dominantes, capaces de incentivar el ímpetu de cualquier amante atrabancado, su boquita capaz de doblegar con una sonrisa hasta al más fiero ejemplar de la ira, su cabello escarlata que cuando no lo llevaba atado, lo traía libre al soplo de un viento de atardecer, que le daba formas curiosas como de lenguas de fuego con brillos, destellos de polvo de hada, que me provocaban ensoñaciones de reinos perdidos bajo sombras del tiempo que no sería recorrido ya jamás bajo ningún sol, bajo ninguna luna y por ninguna alma.


Pero así era estar al lado de tan hermosa niña, niña a la que le encantaba el juego de ser una mujer fatal y sexy, era la carnada más deseada, para atraer a los depredadores en busca de cuerpos capaces de emitir sensualidad y provocar un calor sofocante en noches eternas llenas de libido proyectado para saciar, para acariciar, para unos besos llenos de antojo por tomar y poseer.

Esa era Jehyzel, envuelta en unos jeans ajustadísimos, una blusa que la mayoría de las veces era generosa al espectador, una chamarra vieja de mezclilla con parches cosidos de ídolos pasados y actuales de la música de rock y otros géneros afines. Un alma por demás aventurera, a veces con un sombrero, una chistera típica de principios del siglo pasado o como la de los presentadores del circo, Jehyzel tenía una vivacidad y energía tremenda que de alguna forma rara combinaba con mi sequedad de espíritu y mi melancolía, la cual inútilmente trataba de ocultarle. Ella, cada vez que vislumbraba la tristeza en mi persona, me recordaba lo tonto que era tratar de engañarla con un truco simple a una “prestidigitadora experta”, y es que la misma Jehyzel a veces revelaba en instantes fugaces una melancolía profunda que opacaba la luz de la llama que emitían sus ganas de comerse la vida. A veces la sorprendí sumergida en los recuerdos envueltos de niebla que le provocaba el contemplar su vieja chistera, la cual siempre cuidaba más que su vida. En alguna ocasión en una noche de las que compartíamos bailando cerca de la fuente de un parquecito, le arrebaté jugando, la vieja chistera y la mantuve en lo alto lejos de sus saltos de bailarina de ballet, mientras le decía de forma maliciosa que se la iba a birlar para que hiciera juego con mi destartalada alma. Jehyzel después de varios intentos infructuosos por alcanzarla, no tomó mi juego tonto a bien y acabó lavando sus mejillas con lágrimas de sus verdes y tiernos ojos, que como otras veces terminaron por doblegar y terminar mi travesura al instante. La abracé y sequé sus lágrimas y terminé por colocarle la maltratada chistera como si le colocara la corona a la princesa. Pues para mí era ella mi princesa Jehyzel.

Casi nula fue la información que me soltó acerca de su pasado o de la fijación por su chistera, algunas contadas ocasiones se le llegó a escapar que compartió escenario callejero con la tropa artística y aventurera de los “corazones solitarios” y que su vida no estaba regida por reglas convencionales, y que su papá (por remordimientos) le tenía una cuenta con la que ella cubría sus pocas necesidades y qué a pesar de que los miembros del espectáculo mágico callejero, estaban perdidos en las penumbras de un lugar cansado; ella, Jehyzel, volvería por ellos vestida de luz para mostrarles el camino de regreso a su vieja y querida ciudad.

Después de soltar éso, tan extraño incluso para mí, me sonría y me pedía disculpas por ser tan rara, yo le decía que lo raro le sentaba bien y le acomodaba tan bien como la luna a nuestro cielo y espacio de amantes de la noche. Reír y bailar, era gozar las noches, era gozar la vida que yo ya había olvidado.


No sabía, Jehyzel realmente no sabía, qué era lo que le atraía de mi persona, sólo sabía que algo le había impulsado a escoger de entre tantos perfiles el de aquél que era el más ignorado. Quizás por cansarse ella misma de vagar y ser ignorada, aunque a fin de cuentas lo más acertado sería decir qué, el ser clienta frecuente del mismo local de Internet al que yo acudía y los comentarios sobre mi persona que compartió con ella la encargada del local, fue lo que realmente produjo el encuentro y posterior amistad de dos seres perdidos.


Amistad maldita que llevaría a Jehyzel, hace menos de dos noches a meterse a la boca del león, o más bien dicho a la guarida de la muerte.


つづく

Continuará…

Salvador Mèndez Z El bohemio

Mèxico ® 17/08/2009


1 comentario:

  1. No lo sé...tendré que esperar a leer más. La mayoría de las veces es peligroso el encuentro entre almas marchitas que sin duda tienden a estar fuera de lo común en los círculos sociales. El peligro se encuentra en el hecho de que lo mismo que las ha llevado a ser de ese modo es lo que impide una estabilidad en todos sentidos y al encontrarse tan "bien", tan "agusto" se rompe el desequilibrio y entonces se deja de ser y eso...las almas raras (yo diría auténticas) no es posible para alguien de esta naturaleza...
    ups!!!!
    creo que nuevamente estoy debrayando...esperaré el siguiente...
    Saludos!

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