martes, 11 de agosto de 2009

"The blue way"

Sus pasos eran veloces cuál Hermes con destino a llevar un mensaje de los dioses, su fuerza la sacaba de la necesidad de llegar por lo menos cinco minutos antes de la hora fijada por su jefe, el que ya hastiado de tantos retardos, le sentencio cuál magistrado de la suprema corte con la condena de llegar temprano a partir del presente turno a menos que prefiriera la horca o más bien dicho engrosar las filas de los valientes...¡valientes y desempleados!, los olvidados de Dios, del gobierno y de la democracia moribunda de un país fusilado y fustigado por la indiferencia, la ignorancia y la avaricia de la clase gobernante mejor conocida con el nombre de políticos, gente que era recordada por la mayoría del pueblo con nombres innobles y peyorativos, aderezados con saludos no muy cordiales a su progenitora, Pero en fin la precaución y la preocupación por la posible falta de ingresos de dinero a su casa, por la advertencia de su jefe, le hacían sus pies etéreos cuál espíritu, -si es que los espíritus tienen pies-, the blue way era el destino al cual arribar, aunque a Natalia le parecía tan pesado el llegar al blue way como a Dorothy le debió parecer recorrer el yellow way para llegar a ver al mítico mago de oz, al final el regresar a casa no consistía en desearlo como lo hiciera la pequeña Dorothy, sino en surfear a través de las olas del tiempo durante las siguientes nueve horas, quizás once si le tocaba “hacer caja” y eso ¡claro! en caso de que si consiguiera llegar a la hora, si no, ni las golondrinas le iban a tocar y en vez blue way, le esperaría el temido black way de su futuro inmediato, Natalia acelero más su carrera, faltaban diez minutos y los nervios explotaban, tanta era su prisa que por poco no esquiva al tipo malencarado que doblo la esquina y que solo atino a vociferar un regaño a modo de: -¡Órale chamaca pendeja! ¡Fijate por donde andas!, ¡pendeja!. Natalia se puso roja de la cara tanto como lo estaban sus orejas después de escuchar tales señalamientos para el buen andar por la ciudad, solo atino a decir un ¡disculpe usted!, para enmendar su desatino, el cuál fue acallado por el rechinido de llantas que gimieron como perros del infierno al saber de otra alma que partía, sumado este ruido horrible al golpe seco y el grito del hombre que le había regañado, el cuál al prestar atención para el regaño se olvido de la atención adecuada y necesaria para cruzar calles ahora yacía en el pavimento boca abajo mientras un red way brotaba de su boca en abundancia, la gente se arremolino para poder observar mejor tan terrible infortunio mientras Natalia se persignaba sin volver la mirada hacia aquella escena que trascurría bajo la guía del experto director que era la muerte, Natalia seguía su carrera mientras imploraba con el pensamiento por el pobre hombre, a su vez que intentaba cerrar oidos a los comentarios que todavía le llegaban desde el accidente, solo un comentario más le llego y fue el siguiente al parecer dicho por un guardian del orden: -¡Huy pobre guey!, ¡mira nada más donde fue a terminar!, aunque a decir verdad yo observe la escena desde la otra esquina y vi como el tipo se distrajo con una muchacha de muy buenas carnes, de seguro se voltio a decirle alguna leperada y mira como acabo, ¡pobre pendejo!.
Natalia seguía y seguía, por más que trataba de borrar de su mente aquel tremendo incidente, no le era posible, son esa clase de vivencias que no cicatrizaban pronto, memorias con las que se construía el grey way de la infelicidad y el remordimiento. Ya faltaba poco, ahí se vislumbraba ya la puerta de ingreso de los empleados, Natalia derrapo un poco al frenar su loca carrera, falto un mísero espacio para que su físico se estampara en la puerta, la cuál se abrió de pronto como la bocaza de un drogadicto que se disponía a ingerir una pastillita de viaje al cosmos, a Natalia le pareció ver emerger la lengua ansiosa de aquella boca, la cuál resulto ser solo la fisonomía de su jefe en todo su esquelético esplendor trajeado, quién le dijo -¡Vaya!, otros dos minutos y estabas fuera del olimpo, de ¡mi olimpo!, ¡checa tu entrada y manos a la obra!.
-¡A la orden!- aunque en el fondo de sus pensamientos, aparecía la frase completa jamás pronunciada de ¡ a la orden maldito esclavista culero!,-
Con su uniforme ya listo para dar el noble servicio de mesera, sumado al ridículo y pasado de moda corbatín que les hacían usar en vez de algo más moderno como había visto en otros antros, todo ya enfundando su bello cuerpo, tal armadura y agarrando su charola como si fuera su escudo para cubrirse de las flamas terribles del dragón en forma de los ya varios clientes que se preparan para disfrutar la velada, salió Natalia valerosa- aunque sin la fe de San Jorge- y no tardo la respetable clientela en ver su preciada presencia y como si se hubieran puesto de acuerdo y en emboscada al grito de ¡disparen al verles el blanco de los ojos!, que en fusilarla a ella y compañeros con múltiples solicitudes de bebida para llenar el buche y hasta las neuronas, -que al parecer era creencia y fe de aquellos jóvenes de que el alcohol era muy bueno para las neuronas-pues libaban como cosacos sin dar ni pedir cuartel mientras la sinfonías estridentes trepidantes de los grupos del momento retumbaban el lugar como si estuvieran las paredes siendo cañoneadas tal Bastilla en plena revolución francesa, aunque para ser más justos era tal alhóndiga de granaditas y Natalia cuál pípila iba y venía con su charola llena de vasos llenos de líquidos embriagantes de mil colores y sabores para después a la inversa transportar vasos llenos de puro aliento y restos de baba de los jóvenes alegres, una y otra vez sin descanso, hasta en que en determinado momento de aquella velada los ojos de Natalia descansaron en los ojos de verde mirar que la transportaban por el green way de una pradera al paraíso de los sentimientos despertados por aquel chico el cuàl desde hace ya varias noches al mes, en el que en sus visitas y asaltos para embriagarse y bailar en el antro, poco a poco fueron robando la atención de la mesera, él le sonrío y después de un ¡hola!, le solicito dos bebidas, Natalia, quizás cansada después de tanta carrera y ajetreo del trabajo le dijo que si con la cabeza, pero sus pies seguían pegados frente a él y sus ojos estaban peor, totalmente fijos al verde hipnotizante de aquella mirada de vivora antes de engullir a su próxima victima, Natalia sentía su corazón latir fuertemente brotando de él un pink way que le subía al cerebro nublándolo para después caer en picada más debajo de su vientre gozándolo, ella parecía petrificada destinada a permanecer en ese hechizo perpetuo toda una eternidad, hasta que el hechizo fue roto por la fría mirada de una güera en pos de guerra, de mirada fría de ojos azules, azul pupilente, que con la mirada más penetrante y cruel le decía sin decir nada -¡Pierderte!, mandándola a un seguro way to hell, para inmediatamente tomar al chico del brazo y apartarlo de la facilota de la mesera-según la güera-.
Natalia tuvo que regresar del mundo de la fantasía al real mundo del trabajo de cuál no escapó más que cuándo aprovecho diez minutos libres para salir a fumar un cigarro mientras observaba la luna plateada e imaginaba que de aquella esfera mágica emergía un silver way que descendía y la secuestraba para librarla de las faenas que la acababan noche tras noche en aquel “blue way” que cada noche tenía menos de blue y más de brown. Las horas por fin dieron tregua aquella noche de caminos multicolores. Natalia por fin escapó de aquél maldito blue way a las seis de la mañana- pues le tocó la caja-, camino dirección al transporte mientras la oscuridad cedía poco a poco en el firmamento a un bello y real Sky Blue que se extendía como la capa tendida del caballero ante el paso de una emperatriz Natalia que encendía un cigarrillo para portarlo en la mano y colocarlos entre sus labios que aspiraban el humo gris con el cansancio y resignación característico de una alma cansada de seguir en el camino.

4 comentarios:

  1. hola. te debemos un libro de mi program en reactor. por favor escríbeme a elvirisima@gmail.com.
    gracias.

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  2. Sin duda la rutina de varios, un arcoìris que vamos construyendo en el trayecto de nuestras vidas...

    Llega el momento que nos cansamos incluso del pink way y preferimos un black way... a veces se rompe con esa pesada rutina al maldecir y despreciar los convencionalismos humanos; nos desterramos a nosotros mismos, nos negamos a los demàs y a nosotros mismos. Aunque a decir verdad creo que eso hacemos al seguir con los estereotipos y etiquetas sociales...¡cielos! creo que no he vivido en algùn color way sino en una marca de agua.

    Seguro hay màs de esto; ojalà...
    Buenìsimo!!!

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  3. ¡Apreciada reina duende!, ni Sandra Lorenzano ni tú me deben cosa alguna....más bien sería yo el que les debo el hecho de haber engendrado ese espacio llamado “Veo historias”, de todos los martes en tu mágico programa de Reactor, si no fuera por la creación de ese espacio, que me pareció muy amigable, yo nunca hubiera participado y mucho menos hubiera empezado a escribir y mucho menos a crear este blog maldito.


    Aun así acatare la orden de su majestad, reina duende y le escribiré a su correo de duendes y hadas (para explayarme en mi contestación.)


    ¡Gracias por su atención!

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  4. Al principio fue multicolor para mí y después se fue opacando, agarrando tonalidades mortecinas, amarillentas, color-luz de convento, a veces esto se ve o me siento como si estuviera en medio de la novela de Michael Ende- “Momo”, los hombres grises me han robado el tiempo, creo que veo todo gris.

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