martes, 18 de enero de 2011

“Lo voy a dejar por la paz”

Lo he decidido, lo terminarè, lo dejarè en los momentos, en los espacios vacíos, en los minutos, lo acabaré en polvo, lo dejaré en los bosques, con la naturaleza indómita, con los lobos, con las brumas, con lo desconocido e impronunciable, con lo profundo, lo cambiaré por los párrafos, por los suspiros del alma, por sus ideas, dejaré que el río se lleve las imágines, se disolverán en el ayer, se acabará el tiempo de reyes, de dioses y demás poderosos, por que lo dejaré, lo cambiaré, los abandonaré a su suerte en papel que se marchita, que acaba en hojarasca muerta de nidos de insufribles.
 Me despertarán un día y me cobijaran, otras ilusiones de magia y noche, de humo y gozo. Dejo huérfana la vieja escuela de ángeles de moderno Miguel Ángel, me voy, me escapó, buscó nuevos mares con voces que guíen, que roben tiempo como joyas, pero a cambio den moneda más valiosa que cualquier cáliz precioso, que me den su esencia, que me regalan la materia de Morfeo,  acabaré soñando con ellos, los acompaño y vivo a la par, no me pierdo, no me voy, a veces me olvido, vivo en terrenos quejumbrosos, austeros, malditos y dejados de buena fe, pero al fin y al cabo míos, me regocijo en ellos, danzo, vuelo, sufro pero agradezco hasta la penuria, mía o ajena, me dan santo y seña de que todavía estoy presente, de que todavía sigo aquí, no espero más porque mucho me he desesperado, me disuelvo cuando es tiempo, me refugio en los senderos de la carne, en el polvo de tierra añeja, al final los dejo por la paz, las ilusiones del infante, los amigos de lo fantástico, me vuelvo un poco más viejo con la luna, me vuelvo un poco más muerto, viene el hacerse maduro y un poco más seco, no deshecho todo mi amor por los sueños, ahora me llegan en cofres bellamente impresos, ahora los entierran en todas playas los bucaneros del pensamiento, los modernos soñadores, los modernos profetas de la palabra,  los creadores de paraísos que nunca excluirán a nadie, al final sólo es una despedida a mi noveno arte.

Humo diablo

Me fumo uno y aunque lo hago mal, me pongo en pose de gran gentleman inglés o quizás francés, pero en honor a la verdad ni a galancete de película barata llego; Ahora me fumo otro y a pesar de que a veces el humo casi me ahoga, me siento y me hago “el muy importante”, para cuando en media hora –o menos- encienda el tercero de seguro me veré y sentiré más intelectual, el cuarto cigarrillo me llena pero me hace suspirar por el siguiente, el quinto cigarrillo, ya acompañado con un café negro me calibra como un hombre exitoso, de negocios quizá checando las finanzas, las variables las influencias de las economías asiáticas las economías europeas. -¡Bah! Que importa-. En media hora o menos buscaré de nuevo la cajetilla y daré honores de fuego olímpico a una nueva tea de alquitrán, podría seguir fumando todo lo que resta de la tarde, observando un bello ocaso de metal, (porque los edificios me impiden ver plenamente el horizonte, cualquier horizonte). Podría fumar de noche, toda la noche, añadiendo otras efímeras estrellas grises a la bóveda opaca de miles de estrellas particulares de smog.
Me encantaría amanecer fumando mientras pinto un bello cuadro de cenizas, mientras las esparzo, podría invertir todo mi tiempo en fumar, apostaría hasta mi muerte (y fácilmente ganaría) por fumar hasta antes de dar un beso, un beso de humo, sería un beso muy intoxicante, así me mareara el cigarro, por si no me puede marear más el amor.
Al final me gustaría ser quemado entre miles de cigarrillos por la santa inquisición de la salud, a mitad de una plaza pública, así me consumiría lentamente, si me mata lentamente el cigarro poco a poco mejor que me fume Dios en solo tres toques o de una sola vez. Pero  lo más seguro es que me fumará y deleitará un vicioso diablo.