jueves, 30 de julio de 2009

Ansiedad 6ta-parte

(6)


Interiormente “algo” nos bloquea, nos impide llegar a lo que deseamos y de forma quizás inconsciente nos saboteamos y nos enfilamos por caminos no deseados, muchas veces lo esperado, lo querido está a un solo paso o incluso ya está en nuestras manos en nuestro destino y en vez de aprovechar la oportunidad y bebernos la vida, acabamos abrazando la muerte, lo trágico, lo adverso.



Somos como gusanos, lombrices de tierra, somos rastreros y sin un compromiso real con nosotros mismos, tarde o temprano acabaremos en el buche de algún pájaro de mal agüero. Hubiera querido escapar de estos desatinos tan desahuciados, pero al final he resbalado como lo haría cualquier otro ser “humano”, lo más irónico al final, es el hecho de que siendo como soy, en lo único en lo que me parezco a ellos, es en que soy capaz de caer en errores tal cual lo harían ellos o mejor aún; bueno también soy capaz de pensar y de sentir. ¡Ojalá no se me niegue el descanso que todos merecen al final de tan fastuosa jornada de sinsabores!

El destino aquella noche me guio por lo que no imaginaba, y terminé por llamar para contactar con el sujeto “bien vestido” y peor aún, buscar la compañía de una de sus empleadas, “mercenaria del amor”, sòlo que yo no buscaba pelea de cuerpos, únicamente un poco de tiempo compartido, le invitaría la cena, quizás incluso antes de esto le llevaría a una función de teatro, ¡teatro!

Aquél recuerdo maldito, aquella noche en ese camión después de la función, esas imágenes que me molestaban, tenía que apartar todo eso de mi mente, yo era como cualquier otro y necesitaba interactuar con alguien, de forma amistosa, abrir mi alma y ver si así afloraban los recuerdos del tiempo ya muerto.



Concerté la cita con el tipo bien vestido, deposité la mitad del dinero acordado en su cuenta y él prometió enviarme a la más hermosa, excitante y complaciente de sus niñas, le agradecí y le di la dirección de un café restaurante de apariencia agradable cerca de la plaza, tenía mesitas puestas en la calle cubiertas por un techo de lamina, el sitio estaba no muy lejos de mi morada, la cita era para las ocho de la noche.

Ella se presento puntual, se bajo del coche con la ayuda de un sujeto que me lanzo una mirada como diciéndome —¡No te pases, sòlo lo que es!— la chica me sonrió, tenía realmente un cuerpo exuberante, era una niña hermosa, vestía una falda de color rojo, no la traía pegada a su cuerpo lo que resultaba en un vaivén con la gracia de su andar, una blusa negra con un escote que le permitía lucir sus senos, sus medias negras, sus tacones del mismo color, bolso rojo, toda su vestimenta era para matar; su tono de piel era claro, sus ojos eran cafés y su pelo era negro cuervo, reluciente, lustroso, yo estaba vestido como habíamos quedado para que ella me reconociera fácilmente al llegar, blazer negro y pantalón gris, aunado a esto, para facilitar más el reconocimiento, una rosa le esperaba en el lugar que ocuparía en la mesita.


—¡Hola! ¡Me llamo Mabel Bell y seré tú compañera esta tarde noche para lo... ¡que desees!

—¡Gracias! Bonito nombre ¿Eres extranjera?

—Bueno, de hecho no, es mi nombre de trabajo, de batalla, mi nombre real es Magdalena Isabel y pues se me ha ocurrido deformarlos y quedaron al final como los has escuchado y bueno ¿tu nombre es...?

—¿Mi nombre?— hacía tanto tiempo ya que nadie me preguntaba, qué por un momento me sentí un extraño en mi propia piel— me llamo Lucas Donar.

—¡Vaya! Si mi sobrenombre te pareció raro, el tuyo bueno, Lucas no me parece tan raro pero Donar no lo había escuchado, ¡me gusta! ¿Y cuando nos vamos a nuestros “negocios”?

—¿No quieres cenar?

—¡Bueno el cliente manda, al cliente lo que pida mientras pague! ¿Tú que vas a pedir?

—¿Yo? ¡Nada! No tengo apetito.

—Espero que de mí, sí tengas mucha.

Le dije que pidiera lo que quisiese sin inmutarse, ella sonrió y llamo al mesero. La deje comer mientras le preguntaba cosas sobre su vida en la ciudad, ella al principio no acostumbrada a platicar sobre ella con los clientes, sòlo respondía de formas entrecortadas, su conversación afloro un poco más después de degustar el vino. Su infancia había sido muy mala, los abusos por parte de extraños eran cosa de todos los días, deambulaba en las calles en busca de comida y resguardo de las inclemencias del tiempo. Desde que recordaba siempre había vivido así, no recordaba padres o pariente alguno, otras niñas de la calle le habían ayudado de más chica a sobrevivir o por lo menos eso recordaba, paso el tiempo y aunque a veces ciertas personas la llevaban a un albergue, ella acostumbrada a su vida sin ataduras, sin permanencia entre paredes y sin reglas más que las del buscar sustento, no tardaba en escapar pronto de aquellos lugares.

El tiempo transformó a la niña en una mujercita desaliñada, de una naturaleza urbana salvaje, pero de formas atractivas, las cuáles acabaron atrayendo a los depredadores urbanos de aquella jungla llena de smog; tuvo un aborto a la edad de catorce y para los quince había sido víctima de varias violaciones, era habitual verla inhalar pegamento o hacerle a una droga barata, parecía ir en espiral a un destino que acabaría en una muerte segura. No había más a donde ir màs que a los brazos que nunca la discriminarían a ella o a ningún alma en toda la tierra, el abrazo de la muerte.

Su “salvación” llegó a manos de un sujeto bien vestido, una tarde de verano mientras se disponía a merendar las sobras de un emparedado dejado por un trasunte sobre una banca de parque. Aquel hombre la estuvo observando de lejos sin que ella le importase, estaba acostumbrada igual que las palomas a comer sin espantarse de los paseantes; aquel sujeto se acerco y le ofreció llevarla a comer algo mejor, la niña lo miro con desconfianza y trato de alejarse pero aquel hombre la sujeto del hombro y otro más le cerró el paso, la encaminaron al vehículo mientras al oído el hombre bien vestido le decía que no se preocupara, que con el conseguiría comida, dinero y dormir entre sabanas calientes.

Increíblemente aquel hombre bien vestido le dio el sustento deseado, la saco del vicio de las drogas, aunque del alcohol no, le enseño a platicar de forma un poco más formal con los modales más básicos, a caminar e incluso la educó en algunas materias. Al cumplir los diecisiete años le mando con una de las chicas experta en el amor y las “batallas cuerpo a cuerpo”, ésta le enseño a punta de besos y lenguas cálidas, juguetes caricias y demás perversiones a ser otra experta. 

El hombre bien vestido la ofreció tres meses después en una subasta en la residencia donde realizaban sus negocios de amores, la anunció como un maestro de ceremonias, como una dulce niña tierna que sòlo una vez había tenido relaciones sexuales con un novio torpe por lo que cabía la posibilidad de que fuera virgen todavía. Muchos al ver su rostro tan juvenil realmente lo creyeron y empezaron la subasta de buena gana, al final un viejo gordo con cara de hambre ganó y se la llevo al cuarto entre abucheos de los demás clientes, a partir de esa noche Isabel comprendió que realmente sus sabanas estarían calientes al menos por un rato todas las noches.

Ahora a sus veintisiete años se sorprendía al estar cenado y contando su vida frente a un cliente. Le comenté que el escucharla me hacía muy feliz y deseaba poder conocer más de ella.

—¡Claro! ¡Vámonos a un cuarto! Ahí me conocerás de todos lados que quieras, de hecho yo sé donde hay un hotel cerca.

Se levanto de la mesa y se subió al vehículo, mientras yo le pagaba al mesero, le alcance de inmediato y el mal encarado guardaespaldas manejo al hotel más cercano, pagué en la recepción por toda la noche y subimos al cuarto, ella no se espero a que yo acabara de cerrar la puerta, su blusa voló por el aire dejando ver sus senos firmes, blanquecinos coronados por sus pezones, empezó a bajarse la falda, le dije que esperara, pero ella se abalanzo sobre mí, mientras me decía que era hora de desquitar el pago, era hora de poner a trabajar sus carnes sobre las mías, sus besos eran deliciosos, su boca y lengua húmeda parecían querer beberse mi alma. 

Yo le decía que no era lo que yo quería, pero ella no cesaba de acariciarme y yo realmente la deseaba, los besos continuaban, mis manos recorrían su espalda hasta perderse más abajo y masajear sus nalgas. Sus manos subían y bajaban, sus uñas querían fundirse en mi espalda, el calor dentro de mi aumentaba y las ganas de.... 

¡Las ganas, las malditas ganas de tomarla por completo! Pero de formas terribles y profanas, realmente quería saciarme con ella, a mi mente vinieron los recuerdos y las imágenes de las noches anteriores aquella noche en el bar, aquella otra en el transporte, mis brazos la apretaron más a mi cuerpo, ella gimió, yo aspiré desde sus senos hasta su cuello y empecé a lamer, su respiración era agitada, la mía parecía el repique de campanas de una catedral ¡Quería morderla!

— ¡No puedo más!— grité y la aventé al suelo, retrocedí horrorizado, mientras ella me maldecía y me amenazaba con llamar al guardaespaldas, le pedí disculpas pero ella no cesaba de insultarme, le aventé los fajos de billetes que encontré en mis bolsillos y salí tropezando, el encargado del hotel me vio salir apresurado, el guardaespaldas, se asomó por la ventanilla del auto mientras me gritaba

—¿Qué hiciste hijo de puta? ¡Regresa cabrón!— no hice caso y corrí hasta dar la vuelta en la esquina, después al parquecito, donde observé si me seguían en el auto, pero no había señas del vehículo, al parecer al ver que la chica estaba bien y con el dinero habían desistido de seguirme.


Me adentré a mi morada y antes de sumergirme en el lecho, arrodillado golpeé el suelo una y otra vez con los puños mientras, lagrimas negras caían y mi desesperación crecía.




Continuará…

Salvador Mèndez Z El bohemio
Mèxico ® 30/07/2009


2 comentarios:

  1. No sé que decir...
    me has atrapado completamente con esta historia y has movido emociones en mí. Tal vez no le creas y probablemente parezca absurdo o irónico pero estoy a punto de llorar. No puedo esperar... necesito llegar al final.
    Es simpelmente BUENÍSIMO.

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  2. No me parece absurdo ni irònico, me alaga que està historia sea de tu agrado, tratarè de no demorar mucho para llegar al final ya establecido, pero todavìa no redactado.
    Tus relatos son muy buenos, ¡no dejes de escribir!,tus relatos producen sensaciones y emociones que no se desechan y dejan para pensar.

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