jueves, 9 de julio de 2009

Ansiedad 3ra-parte





(3)



El bar era algo “pintoresco”, las luces neón color rojo denotaban el nombre del lugar como “El beso de Judas”, nombre con el cuál se resumía a la perfección la imagen y lo que se podía esperar de aquel establecimiento. No era un lugar muy grande, pero era agradable a la vista del noctámbulo de ocasión. Tenía vitrinas con imágenes de copas rebosantes de viñedos negros y rojizos, la iluminación consistía en lámparas escarlatas y amarillentas intercaladas, incrustadas en la pared y otras como imitaciones de velas en cada una de las mesitas redondas en donde convivían sentados en banquitos los parroquianos con su respectivas botellas de licor y cerveza, nubecillas de humo de tabaco se elevaban por doquier, la música de fondo sonaba a desamor, el "beso de Judas" era encantador en un humilde sentido.

Al ingresar salude con unas buenas noches e hice un ademán con la cabeza, reverencia a la cuál nadie respondió o mostró interés, camine hacia la barra de aquella cantina y me dirigí al cantinero con un “hola” al cuál el cantinero contesto de forma amable con un : —¡Hola tío! ¿Qué se te ofrece para libar?— le solicité una copa de lo que se les apeteciera con más frecuencia a los del lugar, el hombre algo regordete me contestó.

—¡Aja, hombre, que luego para los borrachines que frecuentan este hoyo, mientras lo que les sirva tenga alcohol, con eso ya basta! La verdad si yo te contará acerca de aquella ocasión en que un perfume “francés” fue olvidado por una mujerzuela y después encontrado por un par de sedientos sin dinero ¡Ja, lo que les habrá pasado por la garganta a muchos de los que están aquí! Pero bueno ¿Qué tal un escocés?



—De acuerdo— le contesté, aunque nunca me paso por la cabeza ingresar a tomar nada de lo servido en el lugar y lo más seguro es que el vaso estaría frente de mí sin que yo lo probará siquiera un poco, tendría que pagar aquel licor por saciar mi sed de charlar.



Al principio mis intentos de iniciar conversación fueron muy poco acertados, el cantinero me observaba de reojo con desconfianza al ver que el licor no disminuía en mi vaso. Para evitar algún desafuero por parte de aquel hombre le solicité toda la botella pagándola al instante, la noche se convertía en madrugada y yo hasta el momento solo había cosechado alguno que otro saludo, algunos comentarios si relevancia, guiños, alguna que otra sonrisa y uno o dos chistes sexuales. En algún momento un ebrio me quiso hablar de una “mujer mala” que paso por su vida, a la que amaba con locura, pero el alcohol y el sueño le impidieron continuar y Morfeo lo reclamo consiguiéndole una tregua para el dolor que le producían los recuerdos de aquella mujer.



El cantinero quizás compadecido, se decidió a comenzar la plática conmigo, aunque inicio con un desafortunado comentario o al menos eso creí yo.

—¡Oye Crío! Si buscas compañía femenina, bueno pues digamos que a las de aquí les gusta que se les pague por adelantado ¡y demonios! Si es compañía masculina pues en la otra calle hay un bar de put... ¡Perdón, disculpa! Es la maldita costumbre, bueno te decía “es un bar de chicos con gustos similares a los tuyos”, quizá, digo.


—No, yo solo tenía ganas de hablar con alguien— le contesté de nuevo un poco extrañado de mi noche tan fuera de sí.


—Bueno, es que si deseabas platicar con alguien debías haber llegado más temprano, aquí la mayoría empezó a beber como a las siete de la noche, de ese tiempo al actual y con tanto alcohol es de entenderse que sólo les salga mierda por la boca.


—Creo que es hora de irme.


—No te pongas tan triste chico, estos son los síntomas del tiempo en que vivimos, ahora la mayoría de la gente prefiere “chatear”, mandarse mensajitos, o conversar con la pantallita de la computadora, web cam, celular ¿y quién sabe qué chismes tecnológicos más? Hoy en día la tecnología parece haber castrado a las relaciones humanas, al menos esa es mi humilde opinión.


—¿Todo eso por una… computadora?


—¡Sí! Por Internet, en los viejos tiempos le decían “La supercarretera de la información”, hoy yo le digo la “super provedora de porno”, pero en fin si lo que queréis es platicar y conocer gente lo de hoy es ir a un cibercafé o café internet, porque aquí en mi tugurio ¡Primero lo vuelvo bar de put... de gente diferente a meter esa chingadera de internet!

—”Café internet” ¿habrá uno cerca?

—A una cuadra, pero a esta hora, está cerrado como la mayoría de locales de “buen nombre” de está jodida ciudad ¡Mala suerte, será mañana! ¿No te llevas tu botella?


—¡No gracias! Realmente no tomó, te la dejo para que se la dones a tus clientes, aquellos sin dinero y con ganas de hasta un perfume.


—¡Lo que ordene patrón!


Salí del establecimiento, de aquel "beso de Judas”, afuera empezaba una llovizna fina acompañada de algo de viento, adentro el cantinero juraba que cada día llegaban tíos más raros a su local y al final se carcajeaba guardando la botella junto con las demás para donársela él mismo a su bolsillo.


Me encaminé hacia mi refugio, mientras la lluvia empezaba a arreciar, la luces se apagaron por un relámpago que le dio un particular beso de judas a un transformador, la oscuridad reinante y la lluvia me envolvieron y abrazaron como amantes en busca de un poco de privacidad y mis pasos terminaron por sumergirse y fundirse en aquel collage del panorama nocturno y la madrugada.


1 comentario:

  1. Cielos!
    Hasta nos atrevemos a expresar nuestras ideas y, si en algún momento lo son, nuestra creatividad a través de la red. Nos volvemos más frios e inhumanos, las relaciones son de lejos...la máquina nos representa.

    Te dejo pues, ire en busca de gente.

    Eso sí, no me pierdo la siguente parte.

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