viernes, 20 de febrero de 2015



Navegante de sueños y luceros,
Espero las noches para emigrar a costas de soledades con sueños atiborrados de pasiones,
El rumbo no es fijo, me pierdo, me falta brújula y buena estrella, me pierdo,
Hay miles de naufragios que dejó la tempestad, la vida,
El temido tifón del tiempo, del reloj de arena de la parca sedienta,
Los cofres de los años que han sido saqueados, quizás dilapidados por propia mano,
He querido surcar ese mar preciado de tu amor todas las noches, con pasión y alma de viejo marino,
A pesar del instinto, me falla la suerte y hace agua la esperanza,
El oleaje es enemigo impecable, me destroza las ilusiones, embate con sus segundos y sus horas,
Naufragó en un mar opaco, no hay luz de faro que guíe mi fallo,
Las estrellas me abandonan a un cruel océano,
Me sumerge una ansiedad en este mar de la memoria,
Me hundo en los recuerdos, no encuentro fe que salve ni, calma que alivie, me ahogo en tu abandono,
¿Dónde irá a parar este remolino maligno que me arrebata?
¿Dónde está el sentido de este absurdo?
Aún en este olvido acuático de amor, se puede encontrar belleza,
Atisbo un mundo nuevo, con mesmerismos de colores, conchas, caracolas, peces de diamante, sirenas eróticas, creaturas exóticas que me dan la bienvenida,
La muerte se viste de gala, se disfraza de locura,
Mis pies como plomos, las ideas peor, todo me sumerge de forma irremediable,
Arribó a un fondo suave, y me descubro sentado encima de una banca de coral, esperando que pasé un día más


Salvador Méndez Z
18/02/15


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