viernes, 2 de enero de 2015

LOS BESOS FRÍOS


Son las dos de la mañana. Debo admitir que me siento terriblemente mal. Ha sido una semana cansada, espesa y deprimente. La vida ha pasado a ser una imitación de una realidad gris desecha y tosca. ¿Por qué? Es difícil explicarlo, pero he tenido ya varias noches en vela escondiéndome en los rincones solitarios de mi propia casa. Escucho atento a cualquier ruido que se escuche en la casa, mis nervios están destrozados, tengo miedo, no lo niego.
¡No sé qué hacer! ¡Tengo frío! ¡Sé que ella está aquí, viene por mí! Nunca debí haberle hablado aquella noche, pero el maldito licor me soltó la lengua y las ganas de aquella chica solitaria y bella. Estoy solo y estoy sufriendo, nadie me cree. Estoy en la boca del lobo que es la noche, cualquier ruido hace que se me hiele la sangre.
¿Cómo iba a saber que esto pasaría? ¿Cómo iba a saber que mis noches estarían llenas de insomnio a partir de aquella noche? Me le acerque confiado y ansiando una charla y si era posible unos besos, una nueva conquista. Le empecé a hacer plática y ella volteó y sonrió, era realmente hermosa. Yo estaba dispuesto a enamorarla, pasara lo que pasara y tardara, si fuera necesario, meses para lograr sus besos. Pero mi sorpresa fue mayúscula cuando ella me abrazo del cuello y me empezó a besar con sus labios tan atrayentes. Me creí todo un roba corazones, pero mi orgullo sólo duro unos segundos. Sus brazos me empezaron a pesar demasiado aprisionando mi cuello y su boca, sus besos se volvieron gélidos, terriblemente fríos. Traté de zafarme de aquel trance terrorífico sin éxito y una oscuridad fue envolviendo mi ser. Desperté al amanecer en un callejón cercano de donde me la encontré, con los huesos congelados y la memoria nublada. Lo tomé como una mala jugada causada por el alcohol. El problema fue esa noche y las que siguieron. Por ésa razón empecé a padecer un terror terrible todas las noches. A partir de ésa noche, inútilmente trato de huir de ella, trato de esconderme, primero entre la gente en los bares, en las fiestas, en cualquier lugar en el que hubiera vida a altas horas de la noche. Pero no resultó, ella siempre me encuentra y me reparte sus besos fríos. Ahora me escondo en mi casa, nadie me cree, nadie me acompaña. Ella siempre viene, al parecer está enamorada. Ahora mismo, he escuchado ruidos abajo, sé que viene. Me oculto en el ropero como si fuera un niño.
¡Siento su respiración en mi nuca! ¡Viene por amor! ¡Con sus besos tan fríos porque está tan muerta!


02/10/14




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