martes, 1 de diciembre de 2015

Un sueño

El sueño
Me descubro entre tinieblas, soledad y una demacrada realidad, hay cascadas de horas muertas que descienden al olvido.
Infinidad de nada hasta donde alcanza la vista, y nada es natural aquí, no siento alguna caricia de vida en mi cuerpo triste, sediento, marchito. No hay dolor porque todo está muerto, todo es nebuloso, yermo, estamos perdidos, estoy perdido.
Todo está acabado, todo es un ópalo de oscuridad en mi alma, todo es muerte en mi boca, un susurrar sin más, sin esperanza.
No hay amor en estos sueños ni pasión que valga la pena encender, mis brazos ya no encuentran calor. Trato de llegar al despertar y me descubro hundido entre las fauces de este sueño traicionero, inmundo, bestial, profano.
Este sueño quiere mi sangre.


Un sueño
Me llaman o me llamo Néstor Javier y se me apoda "el hereje", así me dicen porque dicen algunos que no creo en nada que tenga que ver con el espíritu y con los diversos credos y formas de eso que llaman fe.
No es que no crea en nada, simplemente no tengo tiempo para creencias.
Soy un hombre de archivero, de café en las mañanas y juntas de trabajo en las tardes, soy un magnífico cabrón para mil y un proyectos, la empresa es mi casa.
O al menos eso era hasta el día de ayer...
Hoy me encuentro perdido en un sueño terregoso, una tierra de nada, nada está bien aquí, lo sé muy bien, todo está gris, es un sueño salado sin mar, es un sueño que me produce un asco, una bilis, un mal sino ¿Cómo es que un maldito sueño puede producirme esta desesperación? No lo entiendo, pero confirmo que es una pesadilla cuando le veo ahí, a la distancia, en este lugar en donde la misma distancia no se puede decir que signifique algo.
¡Ahí está! ¡Es un pedazo de oscuridad envuelto en viento negro! ¿Y acaso el viento puede adquirir color? No, no sé el viento, pero el miedo que experimento al verlo difumina mi visión, los colores se diluyen ante esa presencia que anuncia pesar. ¡Empiezo a correr o a volar! ¡Es un sueño y todo es confuso al por mayor!

Aquella oscuridad, esa mancha, aquel que me observaba parece estirar sus largos brazos para sujetarme y estoy seguro que en mi cabeza escucho una voz áspera, un berrido infernal, y si en los sueños lo putrefacto adquiriera voz, esta sería la suya, es una perversa voz que me dice, y me grita: “¡Aquí, aquí será!”
Y yo le contesto a gritos ¡No nunca aquí! ¡Nunca aquí! ¡Rezó por escapar!

El sueño cambia otra vez, texturas nuevas lo cubren todo, estoy en otra “dimensión de sueño”.
¡Maldito sueño de pesadilla! ¡No puedo salir! Y aún cuando he creído que por fin me he escapado, me encuentro sumergido en otro sueño màs ¿Qué diablos es esto, que me pasa? ¡Aquí hay colores, deformes colores, pero al fin al cabo colores! ¡Un especie de mundo de locura y distorsión, un maelstrom de perdición para mi mente, me siento acabado y hay un afluente de oscuridad que proviene de algún lado.

Experimento un entumecimiento, no puedo moverme. ¿Algo me sujeta de la mano, alguien, esa cosa negra? No, no lo es, es la mano de alguien conocido. Irrumpe una luz cálida que desvanece las tinieblas que me rodean y observo a la persona que me sujeta ¡Es mi madre! ¡Me sonríe!
Algo me dice, no le escucho ¡La oscuridad regresa! Un chirrido entre el torbellino de oscuridad, un grito de trueno… “¡Aquí, aquí será!”, pero aquella que parece mi madre grita “¡No, nunca aquí!”, me suelta la mano y me hundo en algo màs blando, la ilusión trasciende a otro màs allá.

Creo despertar, pero me equivoco de nuevo ¡Ahí está él! ¡Esa cosa maldita oscura, asquerosa está enfrente de mí…! No veo sus ojos, están cocidos con un hilo grueso, parece un muñeco maltrecho, demacrado, sus labios están cerrados su piel tiene un aspecto ceniciento, no se mueve, no respira ¡Y sin embargo lo escucho! “¡Aquí, aquí será!”, siento que me rasguña, siento que me aplasta, trato de apartarme y gritar, sòlo lo pienso «¡No nunca aquí, nunca aquí!»…..

¡Me despierto, esta vez lo he logrado! ¡Estoy realmente despierto! Estoy en mi cuarto, son las tres de la mañana, la hora del diablo, las sombras todavía cubren con su manto todo a mi alrededor. El alivio que sentía hace unos pocos segundos se diluye, no hay esperanza, no le veo, pero es innegable su presencia, está en mi mente y me repite en mi mente “¡Aquí será, aquí será, aquí sí será”… Con indescriptible horror me escucho contestando en voz alta, ajena —¡Sí! ¡Aquí sí, aquí será, aquí sí moriré!

Salvador Méndez Z El bohemio
México 28/10/15 (R)


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