sábado, 28 de noviembre de 2015

“PRESOS” Parte III



“Presos”

Parte III
Listot

“Estoy vacío, sin nada más que hacer que esperar una respuesta que no va a llegar, no se hace nada, no se llega a nada, la vida acaba en un limbo, en un vacío… ¿y después?
Jonathan perdió el empleo a las pocas semanas de la “huida” de Dina.
No tenía ganas de nada, le importaba un carajo lo que fuera a pasar con lo que le quedaba de vida. Y en poco tiempo no pudo seguir pagando la renta.

Los días empezaron a ser un infierno, pero también le daba igual, porque en su corazón ya llevaba bailando y ardiendo el diablo desde hace mucho tiempo atrás, incluso antes de la partida de Dina, de la pérdida de su amor y su cuerpo tan tibio que le traía recuerdos exquisitos, él ya sabía que estaba mal y que se estaba extraviando y no hizo nada para evitarlo.

Y ahora, todavía hoy sentía muchas cosas por ella, no se permitía negar esos sentimientos o tratar de olvidar, pues sabía demasiado bien que de perder esos residuos de amor en aquellos momentos turbios serían el final, el olvido era igual a dejarse ir a la chingada sin escalas.

Y ya había perdido demasiado, tenía que parar, tenía que aferrarse a lo que fuera que lo hiciera sentirse vivo, y diciéndose esto a veces se aferraba a botellas de alcohol barato edulcorados con ilusiones ilusas.
Su buen amigo Lucas lo había apoyado varios días (sin saber que Jonathan estaba sin trabajo), sólo se encontraban Jonathan y Lucas “casualmente” y este último lo invitaba a comer o cenar. Para dormir “ya Dios diría”, a veces una terminal o un buen puente eran la mejor opción, afortunadamente otra veces gracias a Lucas había logrado bañarse y dormir bien, pero eso se estaba terminando, no quería molestar a su buen amigo más.
Las pocas entrevistas de trabajo que había logrado eran un punto muerto sin futuro ni posibilidad. La vida de Jonathan estaba tocando fondo, estaba legando a un punto de no retorno y no le encontraba una maldita solución, o al menos eso pensaba, así estaba la vida de perra con él, hasta que apareció ella.
Ella, una amistad de antaño, de hecho nada importante, un vago recuerdo de lejanos tiempos, ella simplemente amaneció con irrevocable presencia en el horizonte de su presente, en un día en el que Jonathan no tenía la mínima esperanza de llevarse algo a la boca. El día anterior había comido con Lucas otra vez, y él ya le empezaba a cuestionar sobre su vida. Jonathan no deseaba decir nada, Lucas era un gran amigo, pero no deseaba parecer frágil o débil ante él. ¿Y ella? Bueno, ella…ella…

—¿Jonathan?
—¿Eh? ¡Sí! Yo… este, sí ¡Hola! —Jonathan se sintió como si fuera una momia antigua, amodorrada, tratando de salir de un oscuro sarcófago, pero sacó fuerzas de quien sabe dónde para decir. —te recuerdo de la escuela ¿Te llamabas…?
—No, no se ve que me recuerdes tan bien la verdad, aunque se ve que tú no lo has pasado de lujo, creo que se puede disculpar tu alzhéimer, me llamo Jezabel, Sonia Jezabel y no éramos tan amigos en los tiempos escolares, pero compartimos algunas tareas y una que otra broma.
Jonathan recordó los viejos tiempos, y la verdad, a ella no la recordó de tan “buen semblante, una buena figura” y esto se veía a pesar de portar un abrigo que le cubría muy bien el cuerpo, ahora ella tenía cierta belleza, belleza sin exagerar, pero tenía “algo”, algo que atraía.
—¡Oh sí! ¡Ahora recuerdo, discúlpame, no ha sido un buen día!
—¿Tan pronto?
—¿Pronto qué? —pregunto Jonathan muy inseguro de todo, parecía un conejo tonto del todo perdido ante un sabueso.
—No ha sido un “buen día” ¿tan pronto? Apenas son las 8 de la mañana ¿No crees que es muy temprano para dar por perdido el día? —Jezabel sonrió y su mirada trasmitía diversión—. ¡Caray! ¡Ven te invito a desayunar! Se ve que lo necesitas.
Jonathan se sintió un poco incómodo, pero no quiso desaprovechar la oportunidad de llevarse algo al estómago.
— Ok, yo…
—¡Vamos hombre! Luego me lo agradecerás, “hoy por ti mañana por mí”, y después por los amigos, el buen vivir y el buen sexo.
—¿Qué? —un ratón iba y venía en el laberinto que era en esos momentos el cerebro de Jonathan, Jezabel parecía divertirse mucho. Se fueron a desayunar un café, huevos estrellados y pan a una fonda cercana que al parecer ya era habitual para Jezabel, de postre un buen cigarro para ella y recuerdos para él. Pocos comentarios entre los dos, alguna sonrisa culposa, alguna sensación extraña recorría como serpiente los pensamientos, no, no habían sido buenos amigos antes y ahora eran unos extraños recordando eso.
—¿No se te hace tarde para ir a trabajar? —le preguntó Jonathan ya más dueño de sus pensamientos después del delicioso desayuno.
—No, de hecho voy saliendo de trabajar.
—¡Oh! Debe de ser muy pesado.
—¡No te imaginas cuanto! Pero ni modo que me pase sin hacer, la vida sin dinero es más pesada. —a Jonathan le calo el comentario, ella adivinaba su situación, él empezó a sentir vergüenza y ganas de irse.
—Bueno chico, te dejo, estoy fatal me voy a descansar… ¿Tú?
—¿Yo?
—Tú, no tienes en donde estar ¿verdad?
—Yo… iba a un trabajo, a una cita de trabajo…
—¡Vaya “convicción” con que lo dices! —Jezabel se quedó estática observándolo y a la vez no observando nada, ahora los pensamientos de ella eran los que iban y venían sin orden preciso, tenía muchas dudas, al final torció el labio con un poco de fastidió—. ¡Oh, al diablo, vamos a mi departamento a que descanses de buena forma! Creo que hoy he decidido hacer mi buena obra del día y del siglo.
—No es necesario, yo te lo juro, estaré bien. —Jonathan sudaba, tenía pena y era un idiota, ella le tendió la mano y él sólo bajo un poco la vista, ella no cedió a bajar la mano y él accedió a tomársela, caminaron y se fueron juntos y ella le dio ánimos y le dijo que se recuperaría pronto y él sonrió un poco, pero en el fondo estaba destrozado.

Ella le dio una colchoneta para que se acomodara en pleno piso muy cerca de la cama de ella, no era un departamento grande, una cocineta, un baño, una recamara, ¿la sala? Eso era un lujo.
Él se acostó y se tapó con una frazada, y su cuerpo se lo agradeció demasiado. Ella mientras se dio una buena ducha, al salir no traía más que la toalla amarrada, él se dio la vuelta rápidamente hacía la pared, estaba muy sorprendido.
Ella se terminó de secar el cuerpo y se aplicó un poco de crema, lo observó y sonrió.
—¡Oye! No te preocupes, estoy acostumbrada, —le decía ella mientras se colocaba las pantaletas rojas y sensuales sobre su sexo. —Ya te he dicho que venía de trabajar ¿No me preguntaste de que trabajo?
—Jonathan se dio la vuelta lentamente, ahí estaba ella sin brasier, mostrando un buen par de pechos y aquellas pequeñas bragas rojas. —¿De qué… trabajas?

—¡Vaya hombre! Creía que ya lo habías adivinado… ¡Pues de puta! —Jonathan se quedó mudo con la boca abierta, y ella aprovecho para lanzarle una almohada a la cara. —¡Ahora duérmete ya!

つづく

Continuará….
Salvador Méndez Z El Bohemio
México 16 de octubre del 2015 ®




Inútil desfallezco ante el embate de una vida que sonríe al masacrarme, soy un títere, un peón, un mal actor, las palabras, las risas, las diversiones, la vida, todos, todo… ¡Jaque mate!

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