lunes, 24 de agosto de 2015

Dios no permitas...

¡Dios no permitas que me encuentre!

Una carrera en medio de la nada, las tinieblas rodeaban todo y eran todo. Aquél pobre sujeto estuvo en varias ocasiones a punto de caer, de sus labios se escapaba susurros y algo parecido a oraciones, suplicas repetitivas e infinitas combinadas con resoplidos resultados de tan extenuante recorrido, él decía:
—¡Dios no lo permitas, por favor, no lo permitas! ¡Tejuro que no buscaré más problemas, te lo juro mi diosito!
Un tropezón más y una punzada experimento en pleno tobillo, aquella carrera loca en plena oscuridad le estaba resultando cara, aun así de forma lastimera él continuo avanzado con trabajos, pero aun así avanzando en medio de la más negra noche y continuaba sus suplicas que más bien eran ya lamentos.
—¡No lo permitas, no dejes que me vea! ¡Protégeme mi Dios! ¡No quiero ver de nuevo su cara, su horrenda expresión, no la soporto! ¡Su maldito aliento y sus manos tan heladas! ¡Dios, yo no la quería molestar! Era un estúpido juego, nada más, no creía en esto, mis… mis amigo están muertos… ellos tampoco creían… ¡No la quería molestar, no la quería perturbar! ¡No es justo!
Con mucho esfuerzo llego al final de aquel camino, ya podía vislumbrar la esquina y algo de luz se podía observar más allá, quizás ya podría salvarse, quizás Dios había escuchado sus ruegos. Dio la vuelta y un grito quebró el silencio de aquella noche funesta…
—¡No Dios no permitaaaas! —grito el pobre, su cara era una mueca de horror puro.
Ante él se encontraba ella, fea, deforme, una careta de odio puro, horrible, asquerosa y temible, con unos ojos negros como pozos sin piedad, una sonrisa de guadaña afilada, repugnante en exceso, ella dejo de sonreír y apretando los dientes con furia soltó una voz de nota de violín del infierno y le dijo:
“Dios no existe”
Y todo fue oscuridad sin estrellas ni alma, ni más vida.

Salvador Méndez Z El Bohemio
06/08/15 México ®


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