lunes, 30 de noviembre de 2009

72 horas


Día tres

Hay amaneceres que saben a gloría, otros habrá que sepan a Dios bendito, otros a María Magdalena en los tiempos en los que sabía del gocé carnal, otros más se degustaban mejor con el café en grano que hervía en la vieja olla del padre, a veces eran árticos de piel morada y labios resecos, y en la actualidad ya casi eran nulos los que se disfrutaban sin pena de levantarse hasta muy tarde con el plus de todavía estirarse para sacudirse la flojera de un domingo, ¡Que perdone Dios, pero los domingos tan temprano los dedica el cuerpo a la iglesia del descanso!, de todo hay, bellos amaneceres, amargos amaneceres, indiferentes amaneceres, y amaneceres de los que se espera que mejor ni amanezca, ¿Para qué jodidos? ¿Nada más para seguir respirando de a madres el oxígeno de los anhelos muertos, y para seguir caminando con paso de tonto con mirada de perro apaleado y conciencia de lastre?


Empezaba el día, y fue el amanecer de un domingo de los que aquel tipo ya no disfrutaba, de los malos, de los que es preferible vivir con alcohol en la panza y en el aliento, de los que en todo aquel lugar que llegó a vislumbrar como una esperanza para su apuro, se encontraban cerrados, en los domingos no trabajan los ángeles ni los milagros, han de ir a misa para lavarse los pecados hechos en nombre de la gracia divina, no trabajan más que aquellos a los que no les queda otra y esos no están de humor para salvar a un moribundo que simplemente no se muere.


Los pasos recorrieron las calles de la vida, la vida recorrió los andares del invalido, el pobre diablo supo que su infierno estaba en la tierra en el aquí y el ahora, la gloria es lejana, el infierno simplemente estaba al doblar la esquina del circulo vicioso que nunca supo abandonar, estaba a nada de hundirse para siempre en el abismo de la irresponsabilidad y la estupidez, no hay mayor desgracia que la que uno mismo se provoca y no hay mejor verdugo, ni mejor mano que empuñe la guadaña que la de uno mismo, no hay destino más añorado que el que nunca se realizó, ni mayor desamor que la falta de amor propio.



Él se resignó por última vez en las últimas horas de su pasión, se resignó con la resignación de las almas muertas al dejar la carne, se resignó con la valentía de los que ya no les queda otra más que perder, se resignó con la fe de los que no rezan porque ya saben lo que hay al final de este túnel y de esta vida de monedas echadas al pozo de los deseos que huyeron al amanecer.

A él le encantaría emborracharse por última vez, a él le encantaría aprender un baile alegre antes de bailar ese tango amargo que le espera, a él le encantaría ser obsceno con una piel femenina de baja reputación, bajo un puente en cualquier día lluvioso de algún viejo pueblo, de alguna ciudad de carnaval, de alguna senda de pecado, le encantaría volar al viejo mundo a lomo de ave migratoria, de ave de todas patrias, de ningún lado, de todo mundo, de nunca tuyo, empezar vida en otras vidas con otros nombres, con otros ojos, con otras emociones, con otros tiempos, porque aquí en el ahora ya no quedaba nada, sólo lo que quedaba lo que no se tuvo siempre, en esta carrera de la vida, sólo hay una hermana obscena llamada oscuridad.



El lunes llego, el plazo se cumplió, hay que ser igual de puntual y llegar a la cita del fin de camino, hay que llegar al comienzo del precipicio y aventarse gritando un soberano ¡A la chingada! Mientras se aprietan los dientes, los puños, el estómago, los humos, los años, el corazón, el alma y los sentimientos tan llenos de cansancio.

Adentro, la fila de espera con las mismas caras de soledad, las paredes sangrantes de siempre, aquella musiquilla para tranquilizar al ganado antes del sacrificio, la faz gris de los empleados, sus instintos de sanguijuela, estos vampiros modernos que se alimentan con la sed del necesitado.

Sentado en un silloncito muy cómodo, él quisiera que fuera de púas, para que lo blando no le engañara, la noche anterior entre sueños un Zapata que lloraba lágrimas de tequila le gritaba enfurecido desde el fondo de un barranco de olvido y de promesas dejadas, «¡Tanto pelear y tanto tragar tierra de la revolución! ¿Para que, para nada?», de su cuerpo sangraba más tequila, incluso mezcal, por orificios de bala, por orificios de olvido, por orificios de promesas que muchos transmutaron en mentiras, por orificios de un pueblo todavía hambriento y sediento, una maldición gritaba al cielo ese Zapata y después caía fulminado por la hipocresía de una tierra llena de políticos rateros.


“Su tiempo, su plazo se cumplió y usted mi amigo no cumplió, es usted un desobligado y por lo tanto, ahora debe su futuro y su alma si es que todavía tiene”, le dijo aquel que lo atendió con amenazas la vez anterior, está vez tenía un brillo siniestro en los ojos y en los dientes, parecía un lobo antes de saltar sobre su presa, y su presa estaba tan hundido en aquel sillón como lo estaba el amor en las casas de empeño.

Los regaños de aquel verdugo de corbata y perfume de menta azotaban un huracán la austera fachada de aquel sujeto, « ¿Qué no les bastaba con destrozar sueños, además deben de humillar a sus víctimas?», pensaba aquel sujeto, las paredes bañadas de sangre, a más regaños y humillación se desbordaban más de aquel líquido, aquel cuarto en el que el diablo negociaba, se achicaba cada vez más y todo era más y más asfixiante, «¿Dónde te quedaste Zapata, por qué no completas lo empezado?», fue el pensamiento desesperado que cruzo la mente del sujeto como golondrina herida, mientras le tocaban “las golondrinas” a su libertad de vivir en paz.

Y del fondo del abismo, del barranco de su mente, escucho la voz de un Zapata sangrante que le gritaba a todo pulmón perforado de plomo “¿Y por qué no lo completas tú, por qué no acabas tú lo que yo empecé? ¿Temes acabar con la cara al suelo y la boca llena de tierra y sangre? ¿Qué temes? ¿Temes que te olviden a ti también? ¿Qué te recuerden más como un mito que como un hombre que sólo quiso una mejor vida? ¿Qué pierdes que no has perdido ya?”.

La voz lo cimbro, le pareció escuchar la voz tan dejada al pasado de su propia madre, le hubiera gustado verla aunque fuera en sueños, enfrente de él su verdugo de corbata y perfume de menta sonreía con la confianza de los desalmados, en cambio él, él estaba tan cansado de una mala vida y de un mal fin, así que cansado de todo y con ganas de descansar la carga de toda una vida surcada a contracorriente, se dijo así mismo «Y por qué no»

Lo que ocurrió enseguida fue la interrupción de la musiquilla tranquilizadora por parte de unos comerciales de detonaciones por arma de fuego, que salieron de aquel cubículo, en el que por primera vez en mucho tiempo las paredes se cubrían con la sangre de una de aquellas sanguijuelas, todos miraban asombrados y asustados, al autor de aquella sinfonía macabra de disparos salir de aquel cuartito, con arma en mano y pidiéndoles a todos los presente que se retiraran para que él acabara de saldar su deuda con tan finas personas chupa ilusiones, la gente le obedeció y él permitió que salieran también las recepcionistas de faz gris, los del aseo, los ayudantes y demás víboras y demás alimañas. Cuando por fin se sintió tan solo como siempre cuando estaba consigo mismo, empezó a juntar papeles de archivos muertos de muertos de esperanza que como el habían firmado tratos injustos, después prendió una antorcha de coraje con la cual dio a luz a un fuego quema pecados, en pocos minutos se escuchó el chillar de las patrullas que rodeaban el lugar, siempre prestas cuando el dinero es la víctima del cuento, mientras alguien gritaba que llamaran a los bomberos, pues aquel lugar era una hoguera ya digna del mejor aquelarre, y aquel que decidió que era mejor terminar consumido en fuego que por los años de una vida vendida al desastre y a la intranquilidad, aquel cansado de tanto pedir sin esperar respuesta afirmativa no rezaba, solo ardía, ¡Rezar ya pá qué! Pensaba eso aquel sujeto mientras pensaba que eso mismo había pensado Zapata después de ser acribillado por los fusiles del olvido.



¡Ya pa´qué!



Salvador Méndez Z El Bohemio.

México 12,16,30 de Noviembre del 2009. ®



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