Tortura inmensa es saber que estás fuera de mi mano,
imposible en tu corazón.
Inmerso en mis ansías contra frías esperanzas y en agonía
con constante por contemplarte tan ajena, tan prohibida.
Sólo me llega un reflejo de lo que eres, una tibia luz que
no acaricia en nada a esta oscura decadencia, extraña ilusión que cose sueños
en mi cabecera, desnudándote con lentitud de caracol para crear la noche.
Pero la realidad sólo me conduce al cruel insomnio en donde
me ahogo entre lluvias de minutos, pesados y torpes como escollos, no me queda
solución a esta cuita, sólo un profundo desasosiego que mengua mi resistencia.
Los días que son vida sin tus huellas, tierra yerma,
improbable, inasequible a ojos y sed de mi pasión.
Quiero perderme en tu sonrisa, en tu mirada, en tu piel,
pero sólo pierdo tiempo y los años con brújulas malditas que no me llevan a tus
piernas, el desierto es infinito, huele a rosas no sé por qué pero sabe a
muerte; combinación maquiavélica de algún travieso, de algún demonio.
Constelaciones, lunas, frío, soles, fuego, eternidades que
de momento asfixian, aplastan porque hay un espacio inmenso, temible sí
quieres, triste. En ningún lugar en ningún confín tus labios llevaran delicias
a los míos, y eso querida, eso es morir…
Salvador Méndez Z
08/04/15 ®
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