viernes, 16 de octubre de 2009

"Intruso"

¿Me ve a mí?
¿Acaso sus ojos se han posado en esté despojo absurdo del tiempo que soy yo?
¡Bellos ojos, sonrisa de invitación!, ¿pero de invitación de qué o a qué, a que se le puede invitar a un fragmento de camino viejo como yo?, viajo en esté andar de pasos de hule empujados por el fuego capturado de las nubes, del viejo Dios griego, ahora es artificial e ilumina todo, me ayuda a mí como a tantos a ir al destino prefijado por un boleto que a muchos les gustaría que fuera para el viejo espectáculo de fantasía, bestias y magia, pero no, solo es para el sendero del destino y de la vida que empuja a seguir a los que como yo no siguen nada ni a nadie.
Te miro un poco con disimulo, me oculto en una indiferencia castrante de emociones, pero en el fondo me devora el viejo lobo de la intriga y el por que de tu interés en esté viejo baúl de recuerdos que no recuerdo ya, te observo por el cristal de esté innoble animal de entrañas y de asientos de polímero, huesos y costillas de metal para que las bacterias que viajamos aquí nos aferremos al llegar a donde sea que tengamos que llegar aunque realmente nos guste el quedarnos en el viaje para olvidar lo que no fue, y tú eres de esas de las que no fueron y menos serán y menos en está persona mía que es tan impersonal y abandonada al no se es y no fue nunca, y tú regresas la mirada al vacío y a la oscuridad del túnel por el que ahora circula nuestro viaje y mi imaginación de lo que no serás se viaja contigo y tus sueños de ninfa eterna y joven mientras tu juventud este y no se vaya conmigo y tu tiempo sea amplio y no se evapore con el bochorno de un sol viejo.
Aprovecho y te observo del todo y descubro que tu mirada y tu sonrisa solo eran un enlace que daba a una fascinación más profunda en mis deseos, no entonas los viejos cantares de las sirenas y aun así me atraes hacía el profundo remolino de tu esencia, naufraga mi razón y sale a flote unas ganas de contemplación por ti que bien pudiera durar toda una eternidad aunque la eternidad en estos tiempos a veces significa solo cinco minutos de ensueño y el ensueño se desborda por mis anhelos mientras el viejo cuervo de la razón me vuelve a tomar con la pregunta que recalca mi reflejo en un cristal cercano; ¿Por qué con este y no con otro más vivo, por qué tu mirar en está penumbra que cubre las buenas vivencias, por que conocer al diablo si se puede conocer a Dios o por lo menos al ángel, por qué derrochar tus ganas de correr en esté ser de pasos lentos?, Y a fin de cuento y de cuentas, a mí me asalta la duda y la fiera del cuestionamiento penoso, ¿Y por qué no, si otros más desalmados sí, por qué siempre el ser ajeno si se puede ser tan cercano?
Tú regresas la mirada al frío que soy yo, me atrapas en el momento de contemplación de la obra de Dios en tu lienzo de carne y alma, tu sonrisa sigue ahí como un tatuaje que indica que la amargura no ha podido violar tu ensueño de princesa de cuento bobo, y mi amargura retrocede ante la emoción que me representa tu representación de una promesa de algo que tu conoces como el principio del amor y que yo conozco como el fin de la verdad, pero tu mirada ya está en mi ser y mi ser dicta que hay que ser valiente ante el enemigo tan cruel de mirada tan dulce, cruel por torturar a su adversario aun antes de capturarlo del todo o al menos físicamente porque del alma ya ha sido abatido, todo esta tan perfecto como el infierno, yo decido dejarme llevar por ti a perderme en tu bosque lleno de lobos provocadores del deseo, estoy tan decidido como la muerte a llevarse al moribundo, y tú, tú simplemente ríes un poquito mientras apartas aquellos ojos de este resucitado Lázaro que se niega a morir de nuevo producto de un cuchillo de filo tan helado forjado con el temple de una broma de traviesa, tú regresas la mirada de bellas luces hacía mi espacio, tu sonrisa regresa como el sol de cada día, pero me doy cuenta en ese momento de claridad perturbadora, que ese sol no me alumbraba a mí, yo no era el destino de aquel juego de Cupido, para nada, yo era solo otro asiento más de aquel transporte, otro trozo de aire intangible e invisible, la dueña de tu mirada, si, la dueña de ti, una mujer tan bella, era otra afrodita sentada atrás de mi, de formas atractivas y ojos perversos, con ella librabas las batallas de miradas, con ella intercambiabas promesas de besos calientes secuestradores de lugares íntimos para pedir rescate en una cama llena de sexo, era con ella con quién deseabas desear saciar todos tus deseos de mujer joven, era un asunto de Venus en donde Marte viejo y oxidado no estaba para como para amarte, porque nada tenía que hacer el Dios guerrero en medio de aquellas amazonas que solo querían pelea a caricias de manos de mujer, en donde las flores tenían su jardín privado y ajeno a lo masculino, el paraíso era solo para lo hermoso de lo femenino y así quedaba perfecto, era ella, siempre ella, yo solo era nubarrones de falsa tempestad frente al inmenso y apacible océano en el cuál se sumergirían para beber de ellas mismas sin nadie más, yo solo era un intruso, y ellas simplemente desaparecieron rumbo a conocerse mejor dejando al intruso en aquel transporte, y yo en aquel transporte olvidado, en medio de las demás almas viajeras de caminos solitarios, no podía evitar seguir experimentando la terrible sensación de seguir siendo un intruso en una vida tan ajena a mí como es ella a Dios y adiós para todos y para nadie.

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